Las Características de la Educación Humanista: Enfoque Integral
En el panorama educativo, las características de la educación humanista emergen como un enfoque vital, centrado en el desarrollo integral del individuo. Inspirado en figuras como Maslow y Rogers, este paradigma promueve la autorrealización, la elección del alumno y la autoevaluación como pilares fundamentales del aprendizaje.
Los humanistas creen que cada individuo tiene un impulso innato de crecimiento y desarrollo personal, basándose en gran medida en las teorías de Abraham Maslow y Carl Rogers.
La educación humanista pone gran énfasis en la elección y el control del alumno sobre su educación, animándole a dedicar tanto o tan poco tiempo a un tema que le interese, dentro de lo razonable.
Contenido
Las Características de la Educación Humanista
1. Autorrealización
El humanismo hace hincapié en la autorrealización como parte de su filosofía, destacando su enfoque en el desarrollo del potencial individual. La educación que utiliza este modelo pretende desarrollar a los alumnos para que sean automotivados y autodirigidos, al tiempo que hace hincapié en la madurez emocional y las relaciones positivas; se anima a los alumnos a seleccionar temas de su elección al tiempo que establecen objetivos personales de aprendizaje; este enfoque se distingue de los enfoques conductistas o cognitivistas de la educación.
La filosofía humanista sostiene que los seres humanos actúan con intención y valores, a diferencia de los animales o los objetos inanimados. Por lo tanto, los profesores deben proporcionar entornos de apoyo, comprensión y seguridad en los que los alumnos se sientan libres para expresarse y hacer preguntas sin que los profesores les juzguen o se sientan presionados a conformarse con las prácticas habituales de exámenes que fomentan la memorización y no proporcionan una retroalimentación educativa adecuada. En consecuencia, los profesores deben esforzarse por lograr empatía en lugar de un comportamiento crítico o frío con sus alumnos y esforzarse por conseguir una retroalimentación educativa continua en lugar de inflar las notas o un sistema de calificaciones exacerbado.
Los educadores humanistas valoran mucho la capacidad de elección y el control del alumno sobre su experiencia de aprendizaje. Los estudiantes pueden centrarse en cualquier tema durante el tiempo que deseen sin interferir con otros aspectos de la vida, y los profesores fomentan que las emociones formen parte integral del proceso de aprendizaje, en contraposición a la adhesión a las nociones tradicionales de separación entre procesos cognitivos y afectivos.
La teoría icónica de la jerarquía de necesidades de Abraham Maslow propone que las personas están motivadas para satisfacer sus necesidades básicas antes de buscar deseos de mayor nivel, por ejemplo, priorizar la alimentación sobre las necesidades de refugio o seguridad. Según este modelo, la autorrealización no puede producirse hasta que se hayan alcanzado todos los niveles inferiores antes de ascender en la escala.
Las personas plenamente actualizadas son creativas y espontáneas, y disfrutan tanto de sí mismas como de los demás. Estas personas suelen entablar amistades profundas en lugar de muchas superficiales y tienden a seguir siendo individuos privados. Además, estas personas pueden aceptar el fracaso con mayor facilidad, al tiempo que permanecen abiertas a nuevas experiencias; estas personas también suelen experimentar más momentos de tranquilidad que fomentan las conexiones entre ellas y con los demás, lo que se conoce como experiencias cumbre.
2. Fomentar la elección del alumno
La educación humanista se distingue de los enfoques tradicionales por fomentar la elección del alumno. Los estudiantes son libres de dedicarse a un área de su elección durante el tiempo que deseen -dentro de unos límites razonables-, lo que fomenta el interés y el compromiso del alumno, componentes necesarios para el éxito del aprendizaje. Además, este enfoque fomenta el crecimiento emocional; a diferencia de los modelos de instrucción tradicionales que separan el intelecto de la emoción, la educación humanista reconoce ambos como aspectos integrales de una educación de éxito; los sentimientos pueden afectar a la capacidad de aprendizaje de un niño, por lo que los profesores deben tenerlo en cuenta a la hora de diseñar actividades para los alumnos.
El aprendizaje humanista pone gran énfasis en el desarrollo de todas las áreas de la persona. Los educadores reconocen que cada individuo posee talentos y habilidades únicos que pueden cultivarse a lo largo de toda la vida. La educación humanista también sostiene que las personas son fundamentalmente buenas, por lo que es importante reconocer las cualidades positivas que encontramos en los demás, además de interesarnos y relacionarnos con la gente a través de la interacción.
El aprendizaje humanístico es una forma innovadora de educación. Hace hincapié en el desarrollo holístico en su afán por desarrollar todos los aspectos de los alumnos: las capacidades intelectuales, sociales y artísticas por igual. El aprendizaje humanista también fomenta las amistades para toda la vida al tiempo que enseña a los niños a respetarse a sí mismos, a los demás y al medio ambiente, lo que también permite a los niños expresarse de forma creativa al tiempo que desarrollan el respeto.
El humanismo como modelo educativo estuvo muy influido por muchas disciplinas, con Friedrich Nietzsche y Arthur Schopenhauer como influyentes clave. Carl Rogers enseñó la empatía y la autenticidad dentro de las aulas: ¡esta teoría es muy prometedora para el desarrollo de la enseñanza!
Los educadores humanistas no imponen planes de estudios, sino que se centran en ayudar a los alumnos a adquirir las herramientas necesarias para un aprendizaje eficaz. Los educadores humanistas utilizan diversas técnicas educativas -la discusión guiada y el trabajo en grupo son los dos ejemplos principales- para fomentar la participación de los alumnos y supervisar la evaluación interna del individuo como la medida más significativa del progreso; en contraposición a las pruebas objetivas que no se relacionan con el éxito real en la vida.
3. Autoevaluación del progreso
Otra de las características de la educación humanista del aprendizaje hace hincapié en enseñar a los alumnos a evaluar su propio progreso. Reconoce que las personas están motivadas por un deseo interno de lograr una auténtica realización en la vida; además, los individuos están conectados con los demás y con su entorno -desalentando así la competición en favor de la cooperación-, animando a cada persona a alcanzar su pleno potencial y nutriendo a la sociedad como resultado.
Los profesores también son aprendices activos
Según esta teoría, los profesores se convierten en aprendices activos junto a sus alumnos. Los profesores experimentan con diversas actividades de aprendizaje y luego reflexionan sobre cómo afectan a los alumnos. Los profesores ayudan a aclarar las dudas de sus alumnos y organizan los recursos de aprendizaje; además, fomentan la asunción de riesgos y la creatividad entre sus alumnos. Por último, crean un espacio seguro en el que los alumnos pueden expresar libremente sus emociones: un profesor empático debe cuidar o valorar a sus alumnos y mostrar autenticidad o autenticidad al enseñar.
Elección y autonomía del alumno
La teoría humanista del aprendizaje hace mucho hincapié en la elección y la autonomía del alumno. Un profesor ofrece oportunidades para que sus alumnos sigan las asignaturas que elijan durante el tiempo que deseen, pero ayudará a establecer objetivos que garanticen que las experiencias de aprendizaje sean gratificantes y permitan a los alumnos autoevaluar sus progresos; en última instancia, ayuda a fomentar la autoestima y a dar confianza a los alumnos a través de la autonomía.
Los educadores humanistas creen firmemente que la autoevaluación es el único medio justo de medir el éxito de los alumnos, por lo que las notas no desempeñan un papel esencial a la hora de motivar a los alumnos para que desarrollen su potencial. Además, estos educadores no son partidarios de los exámenes periódicos, ya que consideran que fomentan la memorización en lugar de la verdadera comprensión del material que se enseña.
La teoría humanista del aprendizaje hace hincapié en la inteligencia emocional. Esta característica es esencial para ayudar tanto a alumnos como a profesores a llevar estilos de vida más equilibrados; enseñar que hay algo más en la vida que la carrera y la familia; ayudar a los alumnos a comprender cómo sus acciones repercuten en la vida de los demás; así como ayudar a los alumnos a entender que las acciones que realizan pueden afectar también a otras vidas.
4. Facilitación. El profesor es un guía
La educación humanista se diferencia de otras teorías del aprendizaje por hacer hincapié en la autonomía y el potencial del alumno. Esta filosofía pone gran énfasis en el desarrollo emocional y en la creencia de que las personas son buenas en su esencia; además, los alumnos deben desarrollar simultáneamente conocimientos y habilidades para la vida; los profesores actúan simplemente como guías que facilitan este viaje a los alumnos. Los métodos de enseñanza humanistas también se basan en la teoría del conectivismo, que fomenta la vinculación de ideas entre asignaturas para establecer conexiones entre disciplinas.
El humanismo sostiene que las personas nacen con una motivación intrínseca, y que el aprendizaje más beneficioso se produce cuando los alumnos lo perciben como necesario y significativo para ellos mismos. Este concepto puede encontrarse en las teorías de Carl Rogers y Paulo Freire como educadores humanistas influyentes; Carl Rogers en particular abogó por este tipo de educación, haciendo hincapié en los entornos de clase que permiten la libertad creativa al tiempo que proporcionan suficiente estructura para que los estudiantes puedan elegir qué aprender, cuándo y durante cuánto tiempo. Por lo tanto, los profesores deben organizar las aulas de modo que los alumnos tengan libertad para elegir qué temas explorar de forma independiente.
El alumno no depende de totalmente de una calificación externa
El humanismo aboga firmemente por que los alumnos sean capaces de evaluar su propio progreso en lugar de depender de una calificación externa a efectos de evaluación. La evaluación de un alumno puede ayudarle a comprender mejor cómo puede mejorar, además de ayudarle a desarrollar una imagen positiva de sí mismo.
El rasgo distintivo del humanismo es que se centra en la persona en su totalidad, incluyendo tanto las capacidades intelectuales como las sociales. Además, este tipo de aprendizaje anima a los alumnos a conectar con su propia espiritualidad al tiempo que muestran respeto por los demás, proporcionándoles todas las herramientas necesarias para prosperar en la vida.
Los críticos han afirmado que el humanismo se centra demasiado en el desarrollo individual y no tiene en cuenta a la sociedad, pero la mayoría de los autores humanistas subrayan la importancia de servir al bien común. Lamont señala que los seres humanos poseen un deseo innato de alcanzar la excelencia personal. Este potencial puede alimentarse con un entorno educativo que fomente el respeto por las personas, la comunicación genuina entre profesores y alumnos y la consideración por el bienestar emocional.
Conclusión de las características de la educación humanista
Las características de la educación humanista no solo definen un enfoque educativo, sino que también trazan un camino hacia una sociedad más empática y equilibrada. Al priorizar la autorrealización, se fomenta que cada individuo alcance su máximo potencial, no solo intelectualmente, sino también emocionalmente, creando personas más completas y conscientes de sí mismas. La elección del alumno como parte fundamental del proceso educativo no solo empodera a los estudiantes, sino que también les enseña a tomar decisiones responsables y a ser dueños de su propio aprendizaje, habilidades esenciales en un mundo en constante cambio.
Además, la autoevaluación promueve la reflexión y el crecimiento personal continuo, cultivando la capacidad de ser críticos consigo mismos y de buscar siempre mejorar. Este enfoque holístico del aprendizaje no solo forma mentes brillantes, sino también corazones compasivos, capaces de comprender y empatizar con los demás. En última instancia, la educación humanista no solo transforma a los individuos, sino que también contribuye a la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y consciente de su humanidad compartida.
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